Dario Nogués
Querid@s lector@s.
Hace ya unas semanas que un acontecimiento fuera de la normalidad se dio en una de las clases de Yoga de dirijo en Barcelona. Una de las asistentes, la cual viene con regularidad y realiza de las mejores prácticas de la clase, cumplió 100 años,y sumándome al carro del acontecimiento facilité los 60 minutos de duración de la clase a celebrarlo.
Primero de todo la señora M. nos estuvo hablando sobre su experiencia con el Yoga a lo largo de sus más de 50 años de practica continuada, así como del impacto en su vida. Sin irse a filosofías que puedan parecer de difícil aplicación para el modo de vida occidental, hizo mucho hincapié en dos aspectos concretos del Yoga, los cuales pueden extrapolarse a cualquier aspecto de la vida de uno, sea oriental, occidental o de más alla; La respiración y el amor.
Aunque la señora M. recién haya cumplido 100 años, ésta es totalmente autónoma, su mente está despejada y clara y su actitud enérgica. Quien sabe si por su genética, por su estilo de vida, por la practica de Yoga durante tantos años o por otras causas las cuales son muy difíciles de justificar. El hecho es que ya desde hace tiempo se ha convertido en un ejemplo para mi, y a medida que la voy conociendo más, un pozo de sabiduría práctica para la vida.
Volviendo a lo que nos contó en la charla que nos ofreció, en la que principalmente habló de los beneficios que ha tenido en su vida la practica continuada de la respiración consciente, y cómo ésta actitud ha sido la puerta de entrada al amor con palabras mayores, trataré de haceros llegar sus palabras con el deseo que os inspiren tanto como a mi.
Respecto a la respiración nos explicó que no sólo mantiene con vida el cuerpo. El hecho de tenerla presente nos ayuda a estar en el presente y a vivir en el ahora. Generalmente en el aquí y el ahora se está bien, y con muchas de las necesidades satisfechas, y en dicho presente continuo, las adversidades de la vida van y vienen, como lo hace la respiración. Observar la cambiante respiración hace que los acontecimientos puedan relativizarse, también van y vienen, y desde esta actitud vital de presencia en el presente y observación de lo que acontece en el presente, el amor nace de forma espontanea y natural hacia todas las cosas, personas y sucesos de esta vida, los cuales también van y vienen como las olas de mar. Esta temporalidad de la vida, el conocer que nada es para siempre, como el flujo constante de la respiración lo que despierta el amor, el cual permite abrazar y tomar lo que la vida trae, sabiendo que algún día también nos dejará.
Seguramente que su palabras podrían haber estado tejidas por muchos de los términos en Sáncrito que son utilizadas para explicar como la señora M. entiende y vive el Yoga, pero no lo hizo. Se dirigió al grupo con sencillez y desde su experiencia personal, poniendo en pocas palabras llenas de sentido, tratados filosóficos sobre la meditación y la iluminación. Parece ser que no hace falta decir mucho cuando lo que se expresa nace desde la propia comprensión, el resto es distracción.
Mi más profunda admiración hacia la Señora M. la cual me inspira, deseando que sus palabras, reflejadas en este escrito, puedan serlo también para ti querid@ lector.